Crítica de «Malditos Bastardos»

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Por fin ha llegado a nuestras pantallas la nueva película de Quentin Tarantino, uno de los directores más influyentes de las últimas décadas.

Ambientada en la segunda guerra mundial, «Malditos bastardos» nos presenta la historia de un grupo de soldados americanos, todos ellos judíos, que aterrizan en Francia con una única misión, acabar con el mayor número posible de nazis.

Curiosamente, los bastardos, encabezados y liderados por el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) no son los protagonistas de la historia, sino unos personajes que llevan parte del peso de la historia y a los que se recurre habitualmente, siendo realmente el protagonismo del coronel Hans Landa y del dúo femenino formado por Soshana Dreyfus y Bridget von Hammersmark, quienes planean una gran venganza (cada una por distintos motivos).

Presentada en cinco episodios, Tarantino nos muestra varias historias que conforman esta nueva joya.

El coronel Hans Landa, Christoph Waltz, se erige como la cabeza visible y destacada de la película. Su excepcional interpretación no pasó desapercibida en el Festival de Cannes, donde obtuvo el premio al mejor actor. Construida principalmente sobre unos diálogos mordaces, Landa encarna al «cazajudíos», logrando secuencias memorables como la que abre la película.

Tarantino recurre a sus referencias cinematográficas, principalmente Sergio Leone con una apertura en la que se puede leer: Érase una vez, título habitual en la filmografía del genio italiano y en la mayoría de cuentos, porque no nos olvidemos, «Malditos bastardos» no deja de ser un gran cuento sobre la segunda guerra mundial, y es aquí donde se encuentra otro de los grandes aciertos de la película, su guión, o mejor dicho, su manera de interpretar la historia y los acontecimientos, amén de unos diálogos  sensacionales.

El personaje de Landa me recuerda en cierto modo al de Ted el botones, interpretado por Tim Roth en «Four Rooms«, aunque no es ésta la única revisión de su mundo, ya que no acaban aquí sus autohomenajes. Su fetichismo por los pies, en este caso el derecho de Diane Kruger o su famosa escena de «Reservoir Dogs«, son algunos ejemplos que volveremos a tener aquí.

Todos los amantes de los grandes diálogos tendrán aquí un buffet libre en el que saciar su  hambre, ya que nos encontramos con secuencias de largo minutaje en el que la acción se basa principalmente en la palabra. A ello contribuye también el uso de los diferentes idiomas, siendo éstos protagonistas de algunos momentos realmente graciosos como la presentación del equipo de televisión italiano en el estreno nazi.

No podemos olvidarnos del resto de actores: Mélanie Laurent, Diane Kruger, Eli Roth, Daniel Brühl… y es que también como suele ser habitual en el universo tarantiniano, el reparto es coral, otorgando a cada uno de sus momentos de protagonismo y conformando un reparto perfecto.

La puesta en escena y la música son dos de los elementos que adquieren gran importancia y que obviamente aquí no han quedado huérfanos. El cine también, y es que son constantes las referencias al séptimo arte dentro de la propia historia, ya que gran parte de la misma transcurre en las instalaciones de un cine, regentado por Soshanna y en el que planeará su venganza.

Cabe destacar algunos cameos como los de Mike Myers y Enzo Castellari (director de «Inglorious Bastards – Aquel maldito tren blindado») y las voces de Samuel L. Jackson y Harvey Keitel.

En definitiva, «Malditos bastardos» vuelve a demostrar la capacidad y el talento de Quentin Tarantino, en una película que hará las delicias de sus admiradores, sobre todo de los que disfruten de su vena más literaria, ya que aquí tienen dos horas y media para dejarse llevar y vivir una experiencia única en la Francia ocupada por los nazis.

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