Crítica de «Insidious»
La nueva propuesta de James Wang nos presenta la típica película de casa encantada y niño poseído. Hasta ahí todo suena interesante, nada nuevo, pero interesante. Y es en la primera parte en la que el director de «Saw» logra meternos el miedo en el cuerpo con bastantes sustos que logran inquietar, y mover, al espectador en su butaca, pero poco más. A medida que avanza la historia la gracia de la misma se va perdiendo y nos encontramos con un Wang algo disperso.
Con reminiscencias de ciertos clásicos como «Poltergeist«, hay gente que también le saca parecido con «Cazafantasmas«, lo cierto es que el director ha elegido hacer una película al más puro estilo de los ochenta.
Protagonizada por Patrick Wilson y Rose Byrne (doblemente en taquilla con «X-Men: primera generación») nos cuenta cómo la vida de la típica familia feliz se trastoca desde que uno de sus hijos tiene un accidente y queda en coma. A partir de ese momento empezarán a notar cosas extrañas en su casa.
«Insidious» tiene tres partes bastante diferenciadas. Lo peor de la primera, la cual es la mejor, es ese tono oscuro que le han querido dar, y me refiero visualmente, ya que dan ganas de que enciendan alguna luz para poder apreciar algo en muchos momentos.
Los «cazafantasmas», que acompañan a la vidente de turno, muy bien interpretada por Lin Shaye, logran dar ese toque cómico que alivia un poco la tensión del momento y que también hace que nos dé algún que otro susto.
Para el climax final Wang nos descubre todas las cartas, monstruo incluido, el cual deja bastante que desear. Cuando no se le veía en su totalidad tenía su gracia (y su miedo) pero una vez lo vemos, ya simplemente nos damos cuenta de que estamos en un producto que bien podría calificarse como Serie B.
En definitiva, «Insidious» la venden como la nueva joya del terror y no deja de ser un retorno al estilo «Poltergeist«, que contiene varios sustos interesantes pero que a medida que avanza la película va perdiendo todo su misterio.
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